La Página Panamá
Por: Roxana Muñoz.
“No puede haber país sin soberanía ni paz sin justicia social”, afirma Briseida Barrantes, socióloga, investigadora, profesora universitaria e integrante del movimiento Mujeres por la soberanía, la justicia social, los derechos humanos y la paz, para este domingo 25 de mayo han convocado una marcha, que tendrá eco en diferentes provincias.
El movimiento presentó públicamente un manifiesto el pasado 15 de mayo en una conferencia de prensa, en el que expresaron las razones de esta movilización y sus principales demandas. El documento fue firmado por más de veinte organizaciones de mujeres de distintas regiones del país, que también son las convocantes de esta marcha nacional.
Las organizadoras identifican un conjunto de causas que las empujan a actuar: la firma del Memorándum de Entendimiento y la Declaración conjunta entre el gobierno panameño y Estados Unidos, que consideran un retroceso en materia de soberanía; la aprobación de la Ley 462, que cambia el modelo de seguridad social; los recortes y amenazas al Ministerio de la Mujer; y la reapertura de proyectos mineros o hídricos que afectan territorios y comunidades. Todo ello, según Briseida Barrantes, es parte de una “grave crisis producto de la no escucha de las autoridades al clamor popular”.
Joyce Araujo, abogada y activista feminista, añade: “La participación ciudadana en la toma de decisiones, la organización de las comunidades, la expresión, la reunión son derechos humanos fundamentales. Y hoy, en el contexto en que nos encontramos como país, están siendo violados”. Para Araujo, la marcha es una respuesta ciudadana que no puede postergarse.
Voces que ya han marchado antes.
Las agrupaciones de mujeres han formado parte de los movimientos sociales. Alibel Pizarro, socióloga y activista, recuerda que tras la invasión de 1989, “las organizaciones de mujeres fueron las primeras en alcanzar espacios de encuentro y de diálogo cuando la sociedad estaba absolutamente polarizada”. En los años 90, el movimiento impulsó propuestas de políticas públicas que derivaron en la Ley 4 de Igualdad de Oportunidades. Y antes de eso, estuvieron las luchas por el sufragio, la licencia de maternidad, el acceso a la educación y a cargos públicos.
Barrantes conecta esa historia con lo que hoy está en juego: “Somos herederas de muchas otras mujeres. Como las diez mil que en 1947 marcharon contra los Tratados Filos-Hines. Hoy levantamos las mismas banderas: por respeto a la soberanía, por el derecho a vivir sin violencia, por justicia social”. También se recuerdan nombres como Clara González, Marta Matamoros. Sara Sotillo y otras que marcaron la historia del feminismo panameño.
Una marcha en ciudad y provincias.
La movilización del 25 de mayo se realizará simultáneamente en distintos puntos del país. En Ciudad de Panamá, la concentración será en el Parque Urracá; en Chitré, en Pollmart; en La Chorrera, en Anclas Mall y Plaza Italia; en Aguadulce, en la Iglesia San Juan Bautista; en Penonomé, frente al Súper 99; en David, en el Parque de las Madres; en Boquete, en el Mirador de la Virgencita; y en Bugaba, en el Palacio Municipal.
Habrá lectura de manifiestos, llamados públicos y actividades culturales en varias provincias. La convocatoria es abierta. “Llamamos a todas las mujeres, compañeras, vecinas de las comunidades. Queremos que esta sea una marcha de todas”, dice Araujo.
Para Arce, esta marcha no tiene una sola identidad: “No es una marcha solo para las feministas. Es para todas las mujeres. No nos interesa si se identifican o no con una etiqueta. Nos une una sola bandera: la bandera de Panamá”.
¿Quiénes están detrás de esta convocatoria?
La marcha está organizada por el movimiento Mujeres por la soberanía, la justicia social, los derechos humanos y la paz, un espacio participativo que reúne a colectivas feministas, organizaciones indígenas, afrodescendientes, sindicatos, gremios docentes, estudiantes, grupos comunitarios e independientes. “Coincidimos en la necesidad de aportar al debate nacional preservando los derechos humanos de todas las personas, sin discriminación ni violencia”, dice Barrantes.
El trabajo de las mujeres: visible en cifras, invisible en poder.
“Las mujeres representamos el 50.4% de la población panameña. Somos el 66% del sector docente, más del 85% en enfermería, el 88.2% del trabajo doméstico y más de la mitad en las ciencias de la salud, las ciencias sociales y el sector cultural”, explica Joyce Araujo. “Y aún así no estamos representadas en los espacios de toma de decisión”.
Pizarro enfatiza: “Las mujeres participan en los movimientos sociales, pero salvo pocas excepciones, no son las principales voceras. Además, muchas de las mujeres que cuidan, que trabajan en casa, que organizan desde lo invisible, también son las que hacen posible que otros estén en las calles”.
Lo que está en juego
Entre las demandas figuran la derogación de la Ley 462, el respeto al fallo de la Corte Suprema sobre el contrato minero, el rechazo al proyecto del embalse del Río Indio y la continuidad del Ministerio de la Mujer con presupuesto y personal idóneo. También exigen el cese de la represión, la persecución política y la judicialización de la protesta.
El manifiesto también amplía el concepto de soberanía, vinculándolo al derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos, a vivir sin violencia y a tener seguridad alimentaria. En un país donde la violencia doméstica es uno de los delitos más denunciados, estas luchas son vistas como urgencias cotidianas.
“No puede haber democracia sin la participación activa de las mujeres. Tenemos pensamiento crítico, tenemos historia, tenemos derecho a opinar y a manifestarnos”, dice Barrantes.
Contra la distorsión
Para la activista Mariela Arce, la marcha también responde a la falta de transparencia en el diálogo con el gobierno: “El motivo de esta movilización está más que claro. Lo que hemos visto es una falta total de escucha activa y real por parte del gobierno, especialmente en un tema tan clave como la seguridad social y las reformas. Se dedicaron seis meses al supuesto diálogo, pero nunca nos escucharon de verdad. Oyeron, sí, pero al final hicieron lo que quisieron”.
Arce denuncia que se ignoraron propuestas “técnicas, serias y sustentadas” desde la academia y la investigación, y que hay un intento deliberado por invisibilizar a una ciudadanía que piensa y actúa. “La verdadera malinterpretación es pensar que el pueblo es ignorante, manipulable o cobarde. Somos personas informadas, inteligentes y sensibles a lo que afecta no solo a cada quien, sino al país entero”.
Marchar como derecho y deber ciudadano
“Marchar ha sido históricamente una de las principales herramientas ciudadanas. Las marchas son cuerpos que se hacen visibles, que expresan con fuerza y poderío que no estamos de acuerdo con las situaciones de injusticia y mal gobierno”, dice Arce.
Desde su mirada, protestar es también una respuesta ética ante leyes que, asegura, “se tuercen para proteger al corrupto, al abusador y al violento”. “La protesta es un derecho constitucional. Y ejercerlo pacíficamente ha sido parte de la tradición de los movimientos de mujeres”.
En distintos hogares, centros comunitarios y espacios universitarios, se preparan pancartas, se organizan transportes y se escriben consignas.
Como recuerdan las firmantes del manifiesto, “solo la protesta que incomoda, que molesta, es la que ha demostrado que puede incidir en los cambios sociales”.
“Seguiremos estando presentes”, dicen sus voceras. Como en 1947, 1999 o 2023, las mujeres panameñas volverán a ocupar las calles para reclamar lo que consideran esencial: soberanía, justicia social y paz.
